Agradezco a Acción Lacaniana la invitación a participar en esta presentación. Especialmente a Alma Pérez Abella, actual directora, quien me convida a transmitir mis marcas de lectura del preciosos dossier de esta revista: “Las pasiones según el cuerpo: Los afectos”; tan en consonancia con el tema propuesto para el próximo VI Congreso Enapol: “Hablar con el cuerpo”, convocado por el Campo Freudiano.
Voy a tomar mis marcas de lectura, entendiendo la lectura como una experiencia libidinal, donde lo que nos orienta no es el territorio entre lo que está escrito y el escritor, sino esa zona que está lo que está escrito y el lector; nuestras resonancias. La lectura así es una experiencia cercana a lo que ocurre en un análisis. En tanto el analizante es un lector especial de su propio inconsciente. J. A. Miller en “Carta a la opinión ilustrada”, afirma que el psicoanálisis convida a descifrar el inconsciente del que es sujeto, libro, texto de un solo ejemplar que se lleva a todas partes, y en el que está escrito el guión de su vida, o al menos su hilo conductor.
Nuestro libro hoy: Litura, abriendo un espacio de letra y resto nos inspira, nos despierta como un analista bien posicionado a un esfuerzo de poesía, tanto a sus autores, como a los lectores a transmitir un deseo que no sea anónimo; intentando atrapar aquello que palpita, que respira como lo más vívido del ser hablante.
Una primera marca de lectura: Un encuentro con el texto de Florencia Dasen: “La discordia entre lalengua y el lenguaje”. Quiero remarcar el subtítulo: El tratamiento del resto y las pasiones. Pregunta eminentemente clínica: ¿Cómo extraer un resto que quizá se manifieste como palabra, pero no como lenguaje?. En tanto, nos dice: “El resto es siempre un fragmento, ocuparse del fragmento es ocuparse del resto.” Es una propuesta que implica ya, una orientación para pensar la clínica lacaniana. Más aún en la época que nos toca vivir.
Florencia Dassen desarrolla el concepto de discordancia relacionándolo con lo real mismo, lo que se pone a través y nos sale al cruce. Allí está garantizada la provocación. Nos invita a interrogar en cada sujeto cual es la relación con lo real, con aquello discordante para cada quien.
Habrá que distinguir si la provocación hace nudo con el goce femenino, en la posición histérica, reinvidicativa o querulante; o si se trata de anudar la posición femenina.
Se referencia en el curso de J. A. Miller ”Sutilezas analíticas” donde habla indirectamente de la discordia , sirviéndose del caballo de Troya ,figura mítica del regalo envenenado, para advertirnos de una posición diferente, que abre indefectiblemente a la batalla, a la faz de ruptura. Muestra la posición de goce impotente de no poder hacer con la discordia propia y del otro.
Marca una cuestión de sutileza que me parece importante subrayar. Una ética que incluya la discordia, lo real, lo incómodo; permite en un análisis hacer “pasar “lo discordante de una posición, que eso “pase” transforma un malestar. Aislar ese fragmento discordante sin dudas, tendrá consecuencias en todos los lazos subjetivos.
Lamentablemente es muy conocida en la historia del psicoanálisis y sus instituciones la presencia de nudos de discordia con posiciones irreconciliables. Saber hacer con eso es un desafío para el analista que elige la escuela. Hacer entrar el nudo de la discordia podría ser una buena manera de resistir a la identificación de masa que suele ser una tentación siempre presente. La psicoterapia, por el contrario, apunta a la armonía, al acuerdo, tratando de anular lo real que irrumpe por fuera de toda previsión.
Nos advierte también del riesgo que implica a veces, hablar “la lengua del Otro” A veces para salir del “entre nos”, intentando hablar de manera clara, importamos significantes de la época que no hacen más que achatar el discurso propio del psicoanálisis y así también dejamos entrar al caballo envenenado.
Lacan ubica el psicoanálisis no como partenaire del discurso del amo, sino su revés, y fundó su escuela como base de operaciones contra el malestar en la cultura. J. A. Miller propone “salir”, más que dejar “entrar”, diferencia radical, pero también ínfima. Cuestión de sutileza.
Recorto algunas frases del texto para invitar a su lectura: “Lo real no es el mundo, el mundo da vueltas y lo real se pone a través, se pone en cruz, está en discordia. Para que el mundo gire alrededor de ustedes, basta con tener un cuerpo. Eso es lo imaginario”.
Es el lenguaje el que antecede a toda relación del sujeto con el Otro. Si tuviéramos que ubicar el leguaje en un órgano, diríamos que es el Otro, fuera del cuerpo. Va más lejos aun diciendo que el cuerpo es el Otro. En el lenguaje hay una referencia en tanto intenta servir a la comunicación. En cambio en la lengua la referencia esta pérdida y va a ser inventada para cada sujeto.
Si el lenguaje se ocupa de los efectos de sentido en su direccionalidad al Otro, lalengua se ocupa de los afectos, sirve al goce como función precisa .La relación con la lengua es una pasión, padecida y sufrida. Es el fundamento del decir. Cuando la lengua es tocada por el análisis, hay algo que se modifica en la vida de ese sujeto. La operación del psicoanálisis es cómo tocar esa zona de cruce de la lengua y el cuerpo. Entiendo que aislar ese material fónico, esa discordancia, fragmento de real propio, nos permite inventar nuevas formas de vivir la pulsión. ¿Localizar esa zona detendría la repetición?
Algunos artistas, (Joyce y Becket como paradigmas) nos llevan la delantera, mantienen una mejor relación con lalangue que les permite jugar con el equívoco. Nos orientan el camino a la hora de ponernos a interpretar. Bienvenido entonces el “no todo psicoanálisis” de Litura.
Un poco más de psicoanálisis. Del trabajo de P. Monribot en su estudio sobre los afectos al final del análisis; recorto un afecto privilegiado por los psicoanalistas: el entusiasmo. ¿Es un afecto típicamente lacaniano? En nuestra jerga, si la hay, solemos referenciarnos en el entusiasmo casi como señal que estamos bien orientados.
Parece darnos la razón en tanto desarrolla el problema de los afectos asociados al final del análisis, pero no necesariamente a una conclusión: depresión, aburrimiento, tristeza, alegría y entusiasmo. Señala a este último como el afecto por excelencia, producto de la nominación. Lo sitúa como un afecto que no engaña. Hace un paralelismo con la angustia que señala lo real que no engaña para un sujeto; en tanto lo real del ser hablante es señalado por el entusiasmo. Donde era la angustia subjetiva, aparece el entusiasmo del parlêtre.
Concluye que la tristeza es un afecto propio del sujeto y el tejido inventivo que provee el sinthome al parlêtre. El entusiasmo que esto implica, permite decir a Monribot en su testimonio: “Adiós tristeza”.
Seguimos con entusiasmo el camino al que nos guía el dossier de Litura. Ahora son los autores miembros de Acción Lacaniana los que nos invitan.
Virginia Baroli investiga el camino que va del horror a la angustia. Se pregunta ¿Qué es lo que hace que sea un afecto y no otro el que afecta a un sujeto? Se da una respuesta vía la ética. Los afectos son tomados como indicadores clínicos de una posición subjetiva ante lo real.
Luciana Vieyro y María Luz Oliva recorren con rigurosidad la cuestión del afecto para el psicoanálisis y el psicoanalista. Afirman que el afecto de desapego, el espíritu de sutileza y la actitud de ignorancia le sientan bien al analista.
María Pérez Duhalde nos pone en escena las pasiones. Nos enseña a partir de un caso de su propia clínica lo que ocurre cuando el afecto no se anuda al cuerpo. A partir de una fórmula “Todo me resbala”, permite un tratamiento de los afectos por lo real del cuerpo. Abrocha el significante “tristeza” a su vivencia, inventando qué hacer con su malestar. El afecto entonces es palabra que tiene efectos sobre el cuerpo.
Carolina Bejarano muestra de forma poética la crudeza con la que Frida Kahlo con su arte dimensiona la singularidad de su experiencia corporal. “Marasmo” es el hallazgo del nombre de un cuerpo afectado de más.
Mi última marca de lectura: Silvina Molina y Estefanía Bonifacio nos hablan del despertar de la sorpresa. Relacionan la sorpresa, la equivocación y el chiste (tema que investigo actualmente). Marcan en la sorpresa un anverso y un revés; un sujeto y un objeto. Cuando el chiste concluye rompe con la espera de sentido de la cadena significante. Sorprende al sujeto y despierta también a la pulsión avivando la risa.
Entiendo que no cesa de no escribirse pero deja marcas en el cuerpo. Saber hacer con esas marcas implica una nueva escritura. Un analista es alguien que sabe de las marcas de lectura de su propio inconsciente y que presta su cuerpo como caja de resonancia para hacer sonar algo más que sentido.
Se instala así el Witz como una política en la formación del analista.
La escritura de esta preciosa Litura condimentada con el humor de Tute al inicio de cada sección también nos hace reír.
*Miembro de la EOL y la AMP.